En la madrugada del lunes, un potente terremoto sacudió las comunidades a lo largo de la frontera entre China y Myanmar, provocando temblores en todo el sudeste asiático. El evento, de magnitud 7,7, ya está siendo descrito por los expertos como uno de los fenómenos sísmicos más significativos en la región en las últimas décadas.
Según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS), el sismo se originó a unos 10 kilómetros bajo la superficie terrestre. Debido a su poca profundidad, el temblor se sintió en una amplia zona, incluyendo partes del sur de China, el norte de Tailandia y Myanmar.
Los residentes, desde las grandes ciudades hasta las pequeñas aldeas rurales, describieron la sensación de forma diferente: algunos experimentaron olas ondulantes, mientras que otros sintieron sacudidas abruptas y potentes. Esta variación refleja cómo las ondas sísmicas interactúan con diferentes tipos de terreno.
La infraestructura se vio afectada temporalmente en varias zonas. Los cortes de electricidad, las interrupciones de las comunicaciones y los bloqueos de carreteras plantearon dificultades iniciales tanto para los residentes como para los servicios de emergencia. Las redes de transporte también se detuvieron para realizar inspecciones de seguridad, incluyendo aeropuertos y líneas ferroviarias en el norte de Tailandia.
